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La Ruta de la Miel en el Carchi: una apuesta a la educación, turismo y conservación

El emprendimiento del carchense Hugo Villarreal transforma la apicultura tradicional en una experiencia educativa y turística, promoviendo la preservación de las abejas y la producción de miel artesanal en la provincia. Como un dato curioso, algunos arqueólogos han encontrado en el antiguo Egipto jarrones con miel de hace miles de años que es perfectamente comestible.

En la comunidad de El Capulí en el cantón Montúfar, Hugo Villarreal, apicultor y fundador de «Apícola Villarreal», impulsa un proyecto que une tradición, turismo y educación en su «Ruta de la Miel». 

Este recorrido permite a visitantes de todas las edades conocer la importancia de las abejas y el proceso de elaboración de la miel, en un esfuerzo que ha generado tanto curiosidad como conciencia ambiental en la región. 

El proyecto nació hace unos quince años, cuenta Villarreal, “cuando quise que los niños de una escuela vieran lo que realmente hacen las abejas. Hoy, la Ruta de la Miel es una oportunidad para que muchos descubran su importancia para el ambiente y la salud humana”. 

Tradición apícola en el Carchi 

La historia de la apicultura en la familia Villarreal se remonta a más de un siglo. Como un dato curioso, Villarreal relató que había una posibilidad de que los primeros panales que llegaron al Carchi desde Riobamba fueron llevados por el abuelo de su padre que recorriendo un largo trayecto en tren y luego en caballo pudo instalarlos en las áreas altas de la provincia.  

En sus inicios este proceso fue completamente artesanal; hoy se ha tecnificado conservando su esencia. Sobre la ubicación de las colmenas estas se distribuyen en 10 sectores de la provincia.  

Cada ubicación permite a las abejas acceder a una variedad de flora, lo que resulta en mieles de colores y aromas distintos. Por ejemplo, hay miel que tiene el sabor del néctar del eucalipto, pumamaqui, arándanos y otras variedades. Solamente en El Capulí tiene distribuidas 50 colmenas. 

Innovación para una apicultura sostenible 

Con el tiempo, este apicultor ha mejorado las técnicas de extracción y manejo de las colmenas, empleando centrifugadoras que permiten un proceso de cosecha más eficiente y cuidadoso con el bienestar de las abejas. Este método artesanal resulta en una producción anual de aproximadamente 1000 litros de miel, que se cosecha entre noviembre y abril, dejando que las abejas invernen durante los meses fríos. 

“La miel que producimos es totalmente natural y artesanal, sin aditivos. Además, obtenemos propóleo, que también se comercializa de forma artesanal”, explica Villarreal. La miel de Apícola Villarreal se distribuye en supermercados de San Gabriel y Tulcán, y también llega a varias ciudades del país mediante pedidos directos. 

Una experiencia educativa y turística 

«La Ruta de la Miel» es una actividad destinada para todos. Quienes lleguen a este sitio deben vestir trajes de protección para observar las colmenas de cerca y conocer el proceso de recolección de miel en un entorno seguro y supervisado. Además, se ofrece la posibilidad de degustar miel fresca y aprender sobre el papel vital que las abejas juegan en el ecosistema. 

“Para muchos de los niños que nos visitan, es la primera vez que ven una colmena de cerca. Les explicamos cómo las abejas ayudan a polinizar, lo que a su vez beneficia a muchas plantas y flores. También les enseñamos que la miel que consumen es resultado del trabajo de miles de abejas”, afirma Villarreal.