En una pequeña pero acogedora carpintería ubicada en la parroquia de La Paz, en Montúfar, Alex Yar ha dedicado más de 23 años de su vida a transformar maderas en piezas únicas: instrumentos musicales que fusionan tradición, arte y calidad.
Alex Yar, un carpintero con más de dos décadas de experiencia, dedica su vida a la construcción de instrumentos musicales. Desde niño, mostró una fascinación innata por la música y la carpintería, una pasión que marcó el inicio de su trayectoria en un oficio que combina arte, paciencia y creatividad.
La chispa que encendió esta pasión surgió durante un evento escolar, cuando escuchó por primera vez el sonido de una guitarra. Su curiosidad lo llevó a crear su primera réplica rudimentaria a los doce años, utilizando materiales simples, pero logrando que sonara. «Quería encontrar música en un instrumento hecho por mí» recordó.
Años más tarde, tras aprender las bases del tallado en madera, Alex realizó su primer charango. La idea surgió cuando su hermano le pidió reparar uno dañado. Con determinación, logró fabricar su primer instrumento, el cual aún conserva como testimonio de su inicio en esta área.
Desde entonces, ha pasado 23 años perfeccionando su técnica, enfocándose principalmente en charangos, guitarras, bombos, requintos, instrumentos de viento y, más recientemente, mandolinas y bandolinas. «La vida es el arte de crear», reflexiona Alex.
El desafío de realizar instrumentos artesanales
Elaborar instrumentos musicales no solo requiere habilidad técnica, sino también acceso a materiales de calidad y herramientas especializadas. Trabaja con maderas nacionales e importadas. Entre las locales, destaca el capulí, el cedro y la caoba, mientras que para los instrumentos de alta gama emplea maderas importadas como el ébano de la India y el pino canadiense. Cada variedad aporta características únicas al sonido del instrumento, siendo crucial en la calidad de la resonancia.
El proceso de creación es mayormente artesanal. Aunque utiliza herramientas eléctricas como sierras y caladoras para agilizar ciertas etapas, el acabado y los detalles, como las incrustaciones se realizan a mano. Estas incrustaciones, que requieren precisión y cuidado, representan uno de los aspectos más desafiantes del oficio.
A pesar de su pasión por elaborar estos objetos, Alex enfrenta dificultades en el mercado. La competencia con instrumentos de producción masiva provenientes de países como China ha reducido la demanda de piezas artesanales. Mientras una guitarra económica importada puede costar entre 40 y 50 dólares, los materiales necesarios para fabricar una guitarra sencilla de calidad artesanal alcanzan ese valor.
Con respecto a los precios de sus creaciones, por ejemplo, un charango de gama media tiene un precio de 240 dólares, mientras que uno de gama alta puede superar los 600. Las guitarras, dependiendo de su complejidad y materiales, oscilan entre 150 y 700 dólares. Sin embargo, el mercado principal se concentra en instrumentos de gama media, debido a su accesibilidad para el consumidor promedio.
Más allá del arte: la conexión espiritual con la madera
Para Alex, trabajar con madera es más que un oficio; es una forma de crear vida y arte. Describe el proceso como un acto de creación similar al divino, donde cada instrumento tiene un propósito y un destino.
Uno de sus proyectos más destacados es la fabricación de un charango modelo Kjarkas, realizado para su amigo Percy Wayta, un luthier boliviano. Utilizando madera de naranjillo, originaria de Bolivia, estos charangos destacan por su calidad acústica y estética.
¿Cómo contactarlo?
A pesar de trabajar solo, Alex ve su labor como una misión. Cada instrumento que fabrica lleva consigo su historia, su esfuerzo y su amor por el arte. Aunque aún no tiene un sucesor que continúe su legado, espera que su trabajo inspire a futuras generaciones a valorar y preservar esta actividad artesanal.
Para quienes deseen ponerse en contacto con Alex Yar para encargar instrumentos o realizar cualquier consulta sobre su trabajo, pueden comunicarse al 098 978 3420. También pueden encontrarlo en Facebook bajo el nombre de su taller, Yarkay instrumentos o visitarlo en la parroquia de La Paz, cantón Montúfar, cerca del parque central. «Aún sigo aprendiendo, porque este arte nunca se termina de perfeccionar», concluyó. NA