2 de octubre de 2025

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Reportaje - Octubre 2025

EL DULCE ARTE DE SALVAR ABEJAS

Un legado de miel y sostenibilidad en Tulcán

Con tres décadas de experiencia, Miguel Ángel halló en trabajar con las abejas una pasión de vida.

Nayib Armas / La Prensa

Una frase popular advierte: “Si las abejas desaparecieran de la faz de la Tierra, al hombre solo le quedarían cuatro años de vida”. Estas pequeñas polinizadoras, responsables del 70% de la producción de frutas, verduras y hortalizas, son esenciales para la vida humana. En Tulcán, Miguel Ángel Andrade lleva tres décadas dedicadas a las abejas, no solo produciendo miel pura, sino rescatando enjambres urbanos para darles un hogar y convertirlos en colmenas productivas.

En un contexto donde las poblaciones de abejas enfrentan declives por pesticidas, cambio climático y urbanización, apicultores como Miguel Ángel Andrade en Tulcán se convierten en héroes silenciosos. No solo preserva estas criaturas esenciales mientras producen miel pura; también rescata enjambres que, de otro modo, serían destruidos.

Entre las calles Gaspar de Villarroel y Pedro Moncayo en Tulcán, donde los eucaliptos y otras especies adornan la zona, Miguel Ángel Andrade ha dedicado 30 años a la apicultura, una pasión heredada de su padre y abuelo. “Empezamos con mi padre queriendo tener miel en la casa y luego se hizo parte de un negocio en una pequeña empresa”, recuerda Miguel.

Lo que comenzó con una o dos colmenas por gusto se transformó en un emprendimiento familiar cuando notaron la demanda de miel pura en el Carchi, una región donde eran pioneros. “Aquí en el Carchi solamente éramos los únicos que teníamos miel pura de abeja”, explica. Tras retomar actividades dos años antes de la pandemia, el negocio creció hasta manejar 60-70 colmenas, de las cuales 40 están en plena producción, generando unos 700 kilos de miel anuales en dos temporadas: enero-marzo (floración de eucalipto) y agosto (en zonas altas como Guagua Negro).

El arte del rescate de abejas

Una de las facetas más remarcadas del trabajo de Miguel es el rescate de enjambres urbanos, un fenómeno común durante la “enjambrazón”, cuando las abejas buscan nuevos hogares. “Hay mucha apicultura urbana, abejas que están en las casas, en los techos, en los postes, y la gente tiene temor”, señala. En lugar de quemarlas o fumigarlas, como ocurre frecuentemente, Miguel colabora con el ECU 911 y los bomberos para salvarlas.

El proceso es meticuloso: con un traje protector, guantes y humo para calmarlas, recoge el enjambre en un cajón, espera hasta el atardecer para que todas las abejas se asienten y las traslada a predios rurales en Rumichaca, Tufiño, El Carrizal o La Delicia. Allí, las colmenas son adaptadas para producir miel, beneficiando tanto al apicultor como al ecosistema.

¿Abejas dóciles?

Miguel trabaja principalmente con abejas africanizadas, comunes en el Carchi, pero conocidas por su agresividad. Para optimizar su manejo, realiza un proceso de cambio de reinas: “Le quitamos esa reina a la colmena y le introducimos una reina buena, de razas como la italiana o europea que son súper dóciles”. Este proceso, que tarda unos tres días, implica introducir una reina nueva en una pequeña jaula con alimento (candy) hasta que las abejas la acepten como propia, guiadas por su feromona.

Esta técnica no solo mejora la docilidad, sino que incrementa la productividad, permitiendo que colmenas de 8.000 – 10.000 abejas generen miel de alta calidad, especialmente de eucalipto, trébol, chilca y pumamaqui, cada una con sabores y colores únicos, como la miel de eucalipto, de color claro y con aroma distintivo.//NA

Una actividad complementaria

Con colmenas distribuidas en predios rurales, a menudo en colaboración con propietarios que ceden espacio a cambio de miel, Miguel tiene una vasta producción, comercializada bajo el nombre provisional “La Abeja Reina” en presentaciones de 500 ml (6 dólares) y 750 ml (10 dólares). Además, ofrece polen, rico en vitaminas y proteínas, que complementa la dieta de los consumidores.

Trabajar con miles de abejas no es tarea sencilla, pero para Miguel es una rutina sin presión. “La presión no existe, nosotros le estamos manejando la genética para que sean unas abejas dóciles”, afirma.

Desde su predio ubicado tras la cárcel de Tulcán, Miguel invita a la comunidad a conocer su labor. Para pedidos, está disponible el número 098 645 8586. Su trabajo, más allá de la producción, es un acto de resistencia contra la pérdida de polinizadores. Miguel Ángel Andrade no solo cosecha miel, sino que siembra conciencia, rescatando abejas y asegurando un futuro más dulce y sostenible para todos. NA